Fauteuil mortuaire de Voltaire
Normand, Charles-François
Aunque Voltaire no falleció en esta butaca como cuenta la leyenda, sí es cierto que fue especialmente concebida para el famoso filósofo con motivo de su última estancia parisina. A su llegada a París desde Ferney, el 5 de febrero de 1778, Voltaire es recibido por el Marqués de Villette, amigo y discípulo convencido.
Voltaire se instala cómodamente en el hotel del Quai des Théatins (en la actualidad, Quai Voltaire) en una estancia situada en la primera planta con vistas a la Rue de Beaune, lugar donde fallecería el 30 de mayo de 1778. Tenía a su disposición esta butaca muy sencilla, pero sobre todo cómoda y práctica.
Se apoya en cuatro patas ligeramente curvadas y montadas sobre unas ruedas. A ambos lados de los dos reposabrazos, presentaba sendos grandes bolsillos con solapa para poder guardar en ellos todo tipo de objetos. Al confort del asiento se suma su comodidad: en la parte delantera de los apoyos del reposabrazos se articulan, a la derecha, un pupitre reclinable y, a la izquierda, un tintero con un cajón con cuatro compartimentos, que puede pivotar en todos los sentidos.
Estos dos accesorios, tan útiles para un hombre de letras, constituyen también la originalidad de la butaca.
La traviesa posterior lleva el sello del carpintero Charles-François Normand, declarado maestro en 1747. Este asiento es una prueba más del ingenio demostrado por los artesanos del siglo XVIII.